viernes, 2 de enero de 2009

Jóvenes literatos, jóvenes poetas.

Jóvenes literatos, jóvenes poetas.



No me siento en caso alguno comprometido con los “literatos”. Si se me preguntara por qué, entonces, permito que textos míos sean publicados en revistas electrónicas, respondería que, primero, son textos a los que no les doy importancia, o a lo sumo, muy poca, y que, segundo, el hecho de que sea otro quien se encargue de publicarlos satisface mi perezosa vanidad.

Además, se trata de un pasatiempo con decretadas limitaciones: se encuentra circunscrito a personas determinadas, con determinada duración y determinada temática.

¿Cuáles son esas personas? Daniela, Linda, Cristián, Emersson, Oscar, y, principalmente, Nicolás, en resumen, quienes se han conglomerado, sin ninguna clase de dogmatismo y más bien por casualidad, en torno al blog floreritoquebrado. ¿Durante que tiempo? Tan sólo parte del verano, principalmente diciembre del 2008. ¿Y de qué temática se trata? La eufórica y maniaca poesía de la juventud.

De otra manera, bajo otras circunstancias, mi vanidad hubiese quedado trocada. ¿Es la vanidad aquello que me motiva para escribir aquí, precisamente, esto y no otra cosa, y para ellos? Quisiera decir que otras preocupaciones preceden a esa vanidad. Dichas preocupaciones son, como dice André Breton (en un libro que a algunos de nosotros, años atrás, nos conmovió tanto, que llegamos a llamar a nuestras hijas con su nombre, el de la protagonista), del tipo extraliterarias.

Esta circunstancia y sus características específicas, a saber, lo extraliterario, la casualidad, la preponderancia de las personas por sobre sus obras, han producido en mí, cierto estado ambivalente, dado que, precisamente, son particularidades que deploro o que, al menos, intento substraer de mi espíritu, (léase, razón).

Espero que esto último explique mi actitud ante un texto del señor Emersson, al que critique acaso demasiado drásticamente. Y asimismo, mis momentos de mal humor y agresividad para con los jóvenes poetas aunados en torno a floreritoquebrado. La ambivalencia consiste, precisamente, en que la medida de mi hostilidad se confronta con la medida de mi afecto.

En razón de esta hostilidad y afecto, en una palabra, esta ambivalencia, es que han de ser leídas las ideas expuestas a continuación, relativas a la poesía publicada en floreritoquebrado y en los blog de los respectivos poetas.

Para empezar, diré que los poetas de floreritoquebrado poseen el vicio del adjetivo del que habla Alejo Carpentier en el artículo El adjetivo y sus arrugas. Cito: “Los adjetivos son las arrugas del estilo. Cuando se inscriben en la poesía, en la prosa, de modo natural, sin acudir al llamado de una costumbre, regresan a su universal depósito sin haber dejado mayores huellas en una página. Pero cuando se les hace volver a menudo, cuando se les confiere una importancia particular, cuando se les otorga dignidades y categorías, se hacen arrugas, arrugas que se ahondan cada vez más, hasta hacerse surcos anunciadores de decrepitud, para el estilo que los carga”.

Este vicio se relaciona con lo que Jorge Luis Borges llamó, en una frase, “La enumeración caótica”. Es decir, los poetas de floreritoquebrado son absolutamente poetas de su tiempo, esa “sobremodernidad” del desborde y del vicio. O, para decirlo de una manera negativa: los poetas de floreritoquebrado no consideran a la poesía como había sido considerada en el siglo XIX por Poe (véase su Método de composición) o Valery (véase sus Notas acerca de Cementerio marino). Aunque los poetas de floreritoquebrado leen a Baudelaire, sólo han asimilado de él la pasión y la enajenación, no su concepción trascendental de la poesía. En los “Consejos a los jóvenes literatos”, Baudelaire señala: “Para escribir rápido, hay que haber pensado mucho…”.

Los poetas de floreritoquebrado son surrealistas, dadaístas o beatneak. Desconfían del pensamiento, escriben rápido; se entregan a la escritura automática, a la prosa espontánea; escriben poesía como quien conversa, como quien escribe cartas. Y esto no es un atributo, ni mucho menos un don…

No obstante, nada de esto significa que sean unos perezosos o descuidados. Algunos se esfuerzan muchísimo en procurar a sus poemas musicalidad. Otros, en no poseer musicalidad alguna. Se debaten entre Díaz Varin y Nicanor Parra. No, no son descuidados, tan sólo les falta, como ha Kafka, disciplina: “En estos cuadernos hay, sin embargo, algo que falta por completo: aplicación, constancia (…). Lo que a mí me falta es disciplina”, escribe Kafka.

Para los poetas de floreritoquebrado, y al blog florerito quebrado, “Lo que más importa es la vida: el estilo debe vivir”, como dice Nietzsche. Hacen todo lo contrario que Quiroga cuando dice: “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas”. Más, nunca saben dónde van, ni siquiera cuando han terminado de escribir.

Además, tampoco escriben bien. De hecho, escriben mal. En Francia, por ejemplo, todo el mundo escribe bien, incluso aquellos que se han educado en reformatorios, como Jean Genet (o al menos eso nos han hecho creer los críticos literarios, a los que, sin embargo, hay que creer muy poco, dado que son unos burgueses). En cambio en Chile, si te han educado en un colegio de clase media, simplemente no sabes nada de sintaxis, gramática u ortografía. Pero eso no importa mucho, porque, como dice Virginia Woolf, en su articulo “La narrativa moderna”: “No escribimos mejor. Lo que puede afirmarse que hacemos es seguir moviéndonos…”.

Lo principal de floreritoquebrado es seguir moviéndose. ¿Por qué? Porque aún son muy jóvenes. Son jóvenes literatos, jóvenes poetas. Les falta experiencia. Pero tienen mucho ímpetu. Y quien ha leído “Cartas a un joven poeta” de Rilke, no los juzgará por eso, pues “Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro”.

Jóvenes poetas de floreritoquebrado, ¡sigan escribiendo!




Felipe Lagos D.



29-12-08

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